EL HUERFANO DE TAMBO COLORADO — Mito

Habían descubierto un el relleno de minerales que ha colmado una fisura en la corteza terrestre.
Un filón fabuloso que al explotarlo debidamente les dio ingentes cantidades que en las Cajas Reales las trocaron en monedas de oro reluciente y como se sentían desconfiados unos de otros y le hicieron depositario al viejo dueño del tambo –
Debes recordarlo siempre que sólo a los tres juntos –nunca a uno solo- entregarás este valioso encargo fruto de nuestro trabajo – dijeron que se sirva usted mandar que vayan los dos a buscar al compañero que falta y que se presenten aquí los tres juntos para que se cumpla la condición; sólo entonces, de acuerdo con lo convenido, yo les devolveré el dinero delante de usted”.
La muerte del anciano, el joven hizo crecer sus propiedades y se convirtió en un rico propietario sin dejar –por supuesto–la administración de la vieja posada de Tambo Colorado.
Debes recordarlo siempre que sólo a los tres juntos –nunca a uno solo- entregarás este valioso encargo fruto de nuestro trabajo – dijeron que se sirva usted mandar que vayan los dos a buscar al compañero que falta y que se presenten aquí los tres juntos para que se cumpla la condición; sólo entonces, de acuerdo con lo convenido, yo les devolveré el dinero delante de usted”.
La muerte del anciano, el joven hizo crecer sus propiedades y se convirtió en un rico propietario sin dejar –por supuesto–la administración de la vieja posada de Tambo Colorado.
ATOJ HUARCO — Leyenda
Aquí acaeció, en tanto tuvo vigencia, muchos accidentes fatales.
En la parte alta de esta fatídica curva rocosa, se podía ver muy claramente, a un zorro petrificado colgando del cuello.

Sobre el farallón por donde se extendía el viejo puente, existía un pueblecito pintoresco y pacífico cuyos habitantes vivían de la generosa producción de sus chacras y la atención de su abundante ganado.
Sus vidas, libres de apremios y problemas, transcurrían en medio de una apacible quietud.
Las gentes muy sencillas, creyentes y trabajadoras, apareció un grotesco personaje que fue a vivir como un demonio -heraldo de la maldad- en una sombría caverna de las alturas desde donde podía dominar amplia mente el panorama de aquel pueblo pequeño. Su rostro fiero, sanguíneo y anguloso, tenía la viva similitud con un zorro rapaz, su pelambre rubia y completamente erizada, hacia más terrible su faz torva y tumefacta. De cuello de buey y amplias espaldas, tenía un andar simiesco con el bamboleo de sus grandes brazos y gigantescas manos
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